SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

Una práctica sin teoría. Una teoría sin práctica.-

Empalmar las nuevas formas del trabajo colectivo por cuenta propia con los movimientos organizados socialistas-comunistas, significa, sobre todo, dar a las primeras una inspiración y una dirección proyectiva (de proyecto), que les falta.

Significa también, y al mismo tiempo, proporcionar a los segundos, a los partidos socialistas-comunistas, un enganche real, donde colgar y concretar tantas aspiraciones y proyectos caídos por el camino.

Conseguir el control de los medios de producción por parte de los trabajadores, por parte de los obreros, ha sido el lema central de toda la larga batalla comunista-socialista en los últimos siglo y medio en Europa.

La primera vez que se pudo llevar a la práctica esta consigna, en la Unión Soviética, la dirección de la actuación, la intención, era exactamente esa. Otra cosa fue los medios que se utilizaron. Pero, en todo caso, es del mayor interés, recordarnos que, en todo el curso del movimiento socialista-comunista, esta consigna, este objetivo, era el centro de todas las batallas, ya fueran éstas teóricas (la doctrina que se ensañaba, frente a la de los propietarios), ya fueran prácticas (ocupaciones de fincas, de fábricas, etc).

Es de recordar, asimismo, que en la Unión Soviética no se rompió este lema, ya que los obreros tomaron posesión de los medios de producción, si bien, ante la evidencia de que no tenían la capacidad de hacerlo por si mismos, el Estado, su Estado, lo hizo por ellos.

Esta fue, quizás, la primera cesión práctica y teórica, sobre un principio, que nunca debió dejar de ocupar el lugar central que le correspondía, y le corresponde en la teoría marxista.

En esto, los marxistas, nunca debieron ceder, porque, si lo hacían, dejaban de ser marxistas. Y fue lo que ocurrió. El principio marxista (socialista-comunista), sin embargo, siguió y sigue siendo el mismo.

Este principio, este lema, cedió su lugar en la U.R.S.S., ante la presencia de objetivos que aparecieron en ese momento como más importantes, más urgentes, más básicos (acabar una guerra, hacer frente al hambre, fortalecer el único y primer Estado de los obreros en la historia).

Al descabalgar del centro de su proyecto a este objetivo, el comunismo soviético dejó de orientar su acción a la luz de la teoría marxista, y se convirtió en un país más en que los obreros siguieron trabajando por cuenta ajena. Ni los medios de producción eran de su propiedad, ni ellos dirigían su propio proceso de trabajo.

Al igual que la socialdemocracia, pusieron en el centro de su proyecto la mejora constante de las condiciones de trabajo de los obreros, pero dentro de un proceso de trabajo por cuenta y bajo dirección ajena. Con la socialdemocracia, quien decide, manda y ordena, es el empresario, con el comunismo ruso, el plan.

Y estas dos son las prácticas en que han tomado cuerpo las ideas comunistas y socialistas, y como consecuencia de ello, han dejado la dirección que les marcaba la teoría marxista. De manera que, dos organizaciones obreras (P.S.O.E y P.C.E) que tuvieron en el núcleo de su teoría y de su proyecto la propiedad de los medios de producción por parte de los obreros, han desembocado en una práctica (la socialdemocracia), que se corresponde con una teoría propia del capital, el liberalismo (progresista, suele añadirse para disimular un poco).

Han quedado así, ayunos, vacíos de teoría propia. Su teoría quedó colgada en el aire, falta de una práctica a la que engancharse.

Sin embargo, con el cooperativismo ha ocurrido todo lo contrario.

Se trata de una práctica nueva y pujante, que no obedece a ninguna teoría, o mejor dicho que ninguna teoría la reconoce como práctica propia.

Si paramos nuestra atención en ella, podremos observar que se trata de una manera de organizar el trabajo, en la que la propiedad de los medios de trabajo pertenece a los propios trabajadores, como en el caso de los campesinos o de los artesanos, pero con la diferencia, esencial, que aquí los procesos de trabajo no son individuales, sino colectivos.

Conclusión: Tenemos por un lado una teoría (la marxista), que los partidos que se guiaban por ella, abandonaron, al dedicar su acción a prácticas propias de otra teoría (el liberalismo), quedándose sin teoría propia.

Tenemos por otro lado, unas prácticas, el cooperativismo, que no reconoce ninguna teoría como la suya propia, siendo así, que su característica esencial, se corresponde con el núcleo característico de la teoría marxista: el proceso de trabajo colectivo por cuenta propia.

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